Pensaba en las tortugas...
Nunca les escribí un poemita
y esta noche lo haré.
Hay cosas que no se deben demorar.
Me producen tanta ternura
con esa concha tan dura
y ese corazón tan tierno.
Y sus patitas anchas y agrietadas
o de mosaico,
arrastrándose por el suelo
o nadando en el océano.
Una vez, sin querer, le di a una un golpetazo
con la aspiradora, por no verla.
No le sucedió nada grave,
gracias a esa coraza que llevan encima
excelente parachoques,
solamente que la envié debajo de un mueble
y luego no la encontraba. 🙁
Recuerdo lo mal que me sentí.
Le pedí perdón lo menos cien veces
por ese accidente que pudo ser fatal
y me ha costado perdonarme.
Pero jamás me guardó rencor.
Nunca una mirada de reproche vi
en esos ojos dulces y específicos
de tortuga.
Que nadie tome jamás
por mucho hambre que tenga
sopa de este animal.
¡Por favor se lo pido!
Y si os entran ganas...
Acordaos de Mafalda. y su "¡puaj!"
Su inocencia y su caritas
feas y arrugadas
merecen seguir siendo
casi eternas.
A.C.T.
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Bueno, pues ya está.
Tengo pendiente todavía,
dedicar otros poemas
a las ovejas, a los burros y a las vacas;
para mí, tan sagradas como
cualquier otro animal.
Ya en otro momento, cuando tenga tiempo
y ganas.
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